3/12/25

9. El auge del catolicismo entre los jóvenes —ese retorno inesperado a los rosarios, las peregrinaciones y la misa— no es una moda, sino una respuesta espiritual a una herida cultural. Tras décadas de relativismo, hiperindividualismo y narcisismo digital, una parte de la juventud ha descubierto que la libertad sin sentido es solo otra forma de esclavitud. Frente al yo autónomo y emprendedor que el neoliberalismo elevó a divinidad, buscan lo comunitario, el símbolo, el rito. Frente al “sé tú mismo”, prefieren el “no soy yo quien vive, sino otro en mí”. Se trata de una reacción metafísica a la intemperie espiritual en la que han crecido. Las parroquias, las procesiones o los cantos gregorianos no les atraen como reliquias, sino como refugios frente al ruido, como espacios donde el alma puede respirar. En ellos encuentran algo que la posmodernidad y cultura digital les negó: la experiencia del silencio, de la atención, del misterio compartida y de la esperanza. Sus padres buscaron emanciparse de toda autoridad, ellos re-ligarse con el motor del mundo, anclar sus vidas a la Vida.