27/4/24

Cuando aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita. Aleluya. QUIEN ME HA VISTO A MÍ, HA VISTO AL PADRE

Ninguno de nosotros vive para sí y ninguno muere para sí. Que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, para el Señor morimos. En fin, que tanto en vida como en muerte somos del Señor. Para esto murió Cristo y retornó a la vida, para ser Señor de vivos y muertos. LECTURA BREVE de LAUDES Rm 14, 7-9.

Velaron las estrellas el sueño de su muerte, sus luces de esperanzas las recogió ya el sol, en haces luminosos la aurora resplandece, es hoy el nuevo día en que el Señor actuó. Los pobres de sí mismos creyeron su palabra, la noche de los hombres fue grávida de Dios, él dijo volvería colmando su esperanza, más fuerte que la muerte fue su infinito amor. De angustia estremecida lloró y gimió la tierra, en lágrimas y sangre su humanidad vivió, pecado, mal y muerte perdieron ya su fuerza, el Cristo siempre vivo es hoy nuestro blasón. De gozo reverdecen los valles y praderas, los pájaros y flores, su canto y su color, celebran con los hombres la eterna primavera del día y la victoria en que el Señor actuó. Recibe, Padre santo, los cánticos y amores de cuantos en tu Hijo hallaron salvación, tu Espíritu divino nos llene de sus dones, los hombres y los pueblos se abran a tu Amor. Amén. HIMNO DE LAUDES

OREMOS, Dios todopoderoso y eterno, asístenos con tu gracia para que llevemos a su más plena realidad, en nosotros mismos, el misterio pascual que estamos celebrando, y para que así los que hemos renacido en el bautismo demos frutos abundantes de vida cristiana y alcancemos finalmente los goces de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo. AMÉN.

Del Comentario de san Cirilo de Alejandría, obispo, sobre la carta a los Romanos (Cap. 15, 7: PG 74. 854-855) ALCANZÓ A TODOS LA MISERICORDIA DIVINA Y FUE SALVADO TODO EL MUNDO Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo y somos miembros los unos de los otros, tal como está escrito, y es Cristo quien nos une, mediante los vínculos de la caridad: Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando el muro que los separaba; él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas. Conviene, pues, que tengamos todos un mismo sentir: que, si un miembro sufre, los demás miembros sufran con él y que, si un miembro es honrado, se alegren todos los miembros. Acogeos unos a otros —dice el Apóstol—, como Cristo nos acogió para gloria de Dios. Nos acogeremos unos a otros si nos esforzamos en tener un mismo sentir; llevando los unos las cargas de los otros, conservando la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Así es como nos acogió Dios a nosotros en Cristo. Pues no engaña el que dice: Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo por nosotros. Fue entregado, en efecto, para la redención de la vida de todos nosotros, y así fuimos arrancados de la muerte, redimidos de la muerte y del pecado. Y el mismo Apóstol explica el objetivo de esta realización de los designios de Dios, cuando dice que Cristo consagró su ministerio al servicio de los judíos, por exigirlo la fidelidad de Dios. Pues, como Dios había prometido a los patriarcas que los bendeciría en su descendencia futura y que los multiplicaría como las estrellas del cielo, por esto apareció en la carne y se hizo hombre el que era Dios y la Palabra en persona, el que conserva toda cosa creada y da a todos la incolumidad, por su condición de Dios. Vino a este mundo en la carne, mas no para ser servido, sino, al contrario, para servir, como dice él mismo, y entregar su vida por la redención de una multitud. Él afirma haber venido de modo visible para cumplir las promesas hechas a Israel. Decía en efecto: No me ha enviado Dios sino a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel. Por esto, con verdad afirma Pablo que Cristo consagró su ministerio al servicio de los judíos, para dar cumplimiento a las promesas hechas a los padres y para que los paganos alcanzasen misericordia, y así ellos también le diesen gloria como a creador y hacedor, salvador y redentor de todos. De este modo alcanzó a todos la misericordia divina, sin excluir a los paganos, de manera que el designio de la sabiduría de Dios en Cristo obtuvo su finalidad; por la misericordia de Dios, en efecto, fue salvado todo el mundo, en lugar de los que se habían perdido. OFICIO DE LECTURAS

El Padre siempre ha estado presente en la vida de Jesús y Jesús hablaba de esto. Jesús rezaba al Padre. Y muchas veces, hablaba del Padre que cuida de nosotros, como cuida de los pájaros, de los lirios del campo... El Padre. Y cuando los discípulos le pidieron que les enseñara a orar, Jesús enseñó a orar al Padre: «Padre nuestro» (Mt 6,9). Siempre va [se dirige] al Padre. Pero en este pasaje es muy fuerte; y es también como si abriera las puertas de la omnipotencia de la oración. “Porque estoy con el Padre: vosotros pedid y yo haré todo. Pero porque el Padre lo hará conmigo” (cf. Jn 14, 11). Esta confianza en el Padre, confianza en el Padre que es capaz de hacer todo. Este valor para rezar, porque rezar requiere valentía. Se necesita la misma valentía, la misma franqueza que para predicar: la misma. (…) La oración en primer lugar. Luego, lo demás. Pero cuando lo demás roba espacio a la oración, algo no funciona. Y la oración es fuerte por lo que hemos oído decir a Jesús en el Evangelio: «Yo voy al Padre. Y yo os concederé todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, para que el Padre sea glorificado» (Jn 14,12-13) Así sigue adelante la Iglesia, con la oración, la valentía de la oración, porque la Iglesia sabe que sin esta subida al Padre no puede sobrevivir. (Santa Marta, 10 de mayo de 2020) PAPA FRANCISCO

COMENTARIO AL EVANGELIO POR Ianire Angulo Ordorika Jesús es el revelador del Padre. Él ha sido enviado para decirnos la última Palabra, con mayúscula, sobre quién es Aquel a quien los israelitas llamaban reverentemente Yahvé. Y nos ha dicho que es el Dios que hizo alianza con ese pueblo y los condujo "con mano fuerte" a la tierra prometida. Pero también que es misericordia y compasión, que es un corazón paterno-materno en el que nadie queda excluido, que es capaz sacar vida de la muerte porque el Hijo, Cristo, ha resucitado. A ti que hoy escuchas esa Palabra te toca preguntarte: ¿conozco a Jesús? Porque sabes bien que cuando la Biblia utiliza el verbo conocer no se está refiriendo a lo intelectual, sino a la relación entre el Maestro y tú. ¿De verdad lo conoces? ¿Es tu Señor? ¿Ha nacido en ti la confianza que te permite pedirle cualquier cosa y seguir creyendo, aunque no te lo conceda?



Juan 14, 7-14 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. SALMO 97

Hechos 13, 44-52 El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”». Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.