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2. El fanatismo es una plaga muy extendida que se manifiesta con distintos grados de intensidad y virulencia. Constituye un componente potencialmente presente en la naturaleza humana, como una especie de gen del mal, pero el fanatismo no es una fatalidad, ni un destino imposible de cambiar. Puede, por un lado, prevenirse con una adecuada educación de la inteligencia, y, por otro lado, superarse con la adopción de determinadas medidas. - EL FANATISMO
3. El fanático se desvive por el otro, tiene muy claro adónde quiere llevarle. Le falta capacidad de autocrítica; no toma distancia de sí mismo, ni de su mundo. No es capaz de percibirse como parte del Todo, ni mucho menos superar la dualidad que existe entre él y los otros. Se empecina en ver las diferencias, pero es incapaz de captar el fondo común, el sustrato que une a todos los seres. Identifica su verdad con la Verdad, su bien con el Bien. Sufre una grave miopía espiritual. - EL FANATISMO
4. El fanático se desvive por el otro, tiene muy claro adónde quiere llevarle. Le falta capacidad de autocrítica; no toma distancia de sí mismo, ni de su mundo. No es capaz de percibirse como parte del Todo, ni mucho menos superar la dualidad que existe entre él y los otros. Se empecina en ver las diferencias, pero es incapaz de captar el fondo común, el sustrato que une a todos los seres. Identifica su verdad con la Verdad, su bien con el Bien. Sufre una grave miopía espiritual. - EL FANATISMO
5. El desarrollo de la inteligencia espiritual es clave para combatir el fenómeno del fanatismo. En un mundo polarizado por fanatismo de signo muy diverso, tensado por fuerzas irracionales, tanto de origen religioso como político, la educación, del sentido espiritual constituye una urgencia, un mecanismo de prevención básico para la humanidad. - EL FANATISMO
6. En la consciencia del fanático, se dan una serie de rasgos nocivos para su propio equilibrio y para el bien de la sociedad. Una correcta educación de la inteligencia espiritual es determinante para combatir esta lacra que, tanto en el plano político como religioso, genera bárbaras expresiones. - EL FANATISMO
7. José Antonio Marina afirma: “El principio básico del fanatismo es una proposición difícilmente discutible: La verdad merece un estatuto especial frente a todas las doctrinas falsas. Lo malo es que no va acompañado de una fundamentación universal de esa verdad. El fanático confunde su sentido con el sentido, no comprende que los otros puedan dotar de sentido a su existencia de una manera muy lejana a la suya. - EL FANATISMO
8. Uno de los beneficios del cultivo de la inteligencia espiritual es la autotrascendencia, la toma de distancia y el sentido del humor. Son tres antídotos contra el fanatismo. El humor es, precisamente, lo que es incapaz de cultivar el fanático, porque implica habilidad para reírse de uno mismo. Consiste en saber relativizar, en tener la pericia de verse a sí mismo como los otros te ven, de caer en la cuenta que, por muy cargado de razón que uno se sienta y, por muy terriblemente equivocados que estén los demás sobre uno, hay cierto aspecto del asunto que siempre tiene una dimensión de gracia. También puede aprenderse a disfrutar y gozar de la diversidad. - EL FANATISMO
9. La vida espiritual es apertura, receptividad y movimiento. Los grandes hitos de la historia espiritual nunca sucumbieron al fanatismo. Fueron benevolentes, compasivos y receptivos. Practicaron el diálogo con todos, sin discriminación alguna. En cambio, si cayeron en él algunos de sus seguidores tanto por un exceso de celo, como por intereses no religiosos o, simplemente, atrofia de la inteligencia espiritual. - EL FANATISMO
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2. Sólo existe verdaderamente la libertad individual cuando uno toma distancia, se escucha a sí mismo y vive conforme a lo que es. Entonces hace de su vida un proyecto único, una obra de arte singular. El proyecto no le separa de los otros, tampoco le confunde con ellos. A través de él, contribuye al bien común, se siente útil en el conjunto de la sociedad y expresa su singular naturaleza. - EL GREGARISMO
3. Una persona cultivada espiritualmente experimenta un profundo sentido de unidad con todo lo que existe, pero, a la vez, entiende como una misión que debe ejercer y, a través de ella, dota de significado su existencia. Siente que debe dar lo mejor de sí mismo a algo que le trasciende. - EL GREGARISMO
8. Ser gregario significa imitar lo que hacen los otros, permanecer dentro del grupo por pura comodidad, limitarse a copiar su sistema de vida sin aspirar a vivir una vida propia, con una misión y un proyecto personal que desarrollar en la historia. El temor a separarse, a tomar distancia de los otros y a experimentar la propia singularidad conduce a uno a pegarse a los otros y a eludir el silencio y la soledad. - EL GREGARISMO
10. Cuando uno se detiene, se asombra de su existencia, se percata del valor que tiene eso de existir y entra en su propio ser para descubrir su mundo, no puede vivir más gregariamente porque entiende que éste es un modo de desperdiciar su única vida, su única posibilidad de ser. El cultivo de la inteligencia espiritual, por incipiente que sea, es un antídoto contra la existencia gregaria. - EL GREGARISMO
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2. Uno de los síntomas evidentes de pobreza espiritual es la superficialidad y la dependencia. Un ser espiritualmente cultivado tiene el foco de su vida en el interior, mientras que un indigente espiritual está remitido con respecto al disfrute de la vida a las cosas externas a él: a las posesiones, al rango, a los amigos, a las diversiones, a los cuchicheos. Por eso se derrumba cuando los pierde o se ve decepcionado por ellos. Su centro de gravedad está fuera de él. Precisamente por eso tiene deseos y caprichos cambiantes.
3. Si colocamos junto a ese ser humano una persona con capacidades espirituales, no necesariamente eminentes, pero que sobre pase la media usual, vemos que éste enseguida encuentra en una pequeña labor una gran parte del placer, recreándose con eso cuando dejen de manar aquellas fuentes externas. Su centro de gravedad recae en sí misma. - LA BANALIDAD
4. Una persona con eminentes capacidades espirituales convierte en su tema y la existencia de las cosas en su totalidad y en absoluto. Aspira a expresar su profunda captación de las mismas, de acuerdo con su orientación individual a través del arte, de la poesía o de la filosofía. Una persona de estas características tiene como apremiante necesidad la tranquila ocupación consigo misma, con sus pensamientos y obras. La soledad le es bienvenida. Sólo de una persona así se puede decir que su centro de gravedad cae por completo en ella. - LA BANALIDAD
6. La persona superficial no recibe de modo adecuado lo que penetra en ella desde fuera: pues hay cosas que sólo se pueden recibir desde una cierta profundidad, y a las que sólo desde esa profundidad cabe dar respuesta correcta. En tanto no descienda a niveles más hondos, esa persona superficial tampoco está en situación de enfrentarse con lo que se desarrolla en ellos y no aflora en actos concretos. - LA BANALIDAD
7. La banalidad forma parte del mundo en el que vivimos. El ambiente estimula a vivir en la superficialidad. Corremos alocados de novedad en novedad, de emoción en emoción, arrastrados por la corriente, sin tener tiempo para caer en la cuenta de quienes somos. Instalados en la superficie, asusta cultivar la vida espiritual, porque no controlamos lo que revela de nosotros mismos. Tememos descubrir nuestra fragilidad y vulnerabilidad. Por miedo al riesgo, nos quedamos en la superficie, insaciables e insatisfechos, vivimos distraídos. - LA BANALIDAD
8. El cultivo de la inteligencia espiritual supone tesón y esfuerzo y, para ello, hay que sacudir la pereza. De la pereza –o acedía, en las versiones más antiguas- proceden la ociosidad, la somnolencia, el desasosiego y la morbosa curiosidad. Cuando una persona se encuentra en tal estado, se evade a través de la prolija verbosidad, de la inquietud y del desasosiego. - LA BANALIDAD
9. La alternativa a la pereza es un proyecto que dé sentido a la existencia. Frente al perezoso que se evade y se distrae, está quien hace de su vida un proyecto, quien pone los cinco sentidos en lo que está haciendo. Concentrado en el presente, está en armonía consigo mismo, con las cosas que observa, que toca, con las personas con las que habla. En una palabra, VIVE. - LA BANALIDAD
10. Vivir espiritualmente es una condición humana más allá de la banalidad de la existencia que se reduce a una sucesión de actividades sin significado capital ni determinación. El cultivo de la inteligencia espiritual es el esfuerzo continuado para unificar conscientemente la vida, para superar el aislamiento y el concepto de sí, para superarse hacia el valor último que uno es capaz de percibir dentro de sí mismo. - LA BANALIDAD
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4. En la cultura del tener la pregunta más relevante no es Quien eres tú, sino Cuanto tienes tú. En ella se confunde el rol con la persona, el ropaje con el cuerpo, la fachada con el interior del edificio personal. Abrumada por el peso del tener, la persona carece de espacio, de tiempo para ser, para cultivar su vida espiritual y experimentar el gozo de ser, de conectar con las pequeñas cosas. EL CONSUMISMO
6. La cultura del tener encierra al ser humano en el estrecho círculo de lo inmediatamente accesible, le hace perder el sentido para los largos plazos, para lo que no se puede conseguir, pero que es imprescindible para que tenga orientación y sentido. Esta cultura, que se contenta con vivir y sobrevivir sin mayores aspiraciones incapacita para disfrutar de la vida y experimentar el sentido que hay en ella. EL CONSUMISMO
7. Una persona espiritualmente labrada, toma distancia respecto a la cultura del tener y a la inercia consumista. Sabe que lo esencial está dentro y vive con simplicidad, cultivando la sobriedad, porque sabe que ahí está el camino hacia la felicidad. Todos los hitos espiritualmente inteligentes que han destacado a lo largo de la historia de la humanidad vivieron sobriamente. De ellos aprendemos que la sabiduría supone la libertad de desprenderse. Todo lo contrario de lo que frecuentemente se enseña aquí y acullá. EL CONSUMISMO
8. La cultura de la austeridad libera, nos hace menos culpables y dinamiza un leguaje de encuentro entre todos. Frente a los fatalistas que no ven salida al consumismo, se puede vivir y educar para la austeridad. No por espartanas razones de educación del carácter, sino por la libertad frente a las cosas, por ecología de la liberación. EL CONSUMISMO
9. La austeridad no sólo exige cierta abnegación, sino una sabiduría que personalice al que la practica y que dé más calidad a las relaciones interpersonales. Libera de esclavitudes y da un espacio al otro, que en la cultura del acaparar y del tener tiende a hacerse raquítico y mezquino. EL CONSUMISMO
10. No es fácil curar la pasión del tener, porque no somos conscientes de que deteriore y porque exige mirar por encima de las estrechas fronteras del ego y ver nuestro entorno. A pesar de ello, estos poderes son inherentes al ser humano, porque en virtud de su inteligencia espiritual, toma distancia y se trasciende a sí mismo. EL CONSUMISMO
2. Viktor Frankl estudió la sintomatología y el tratamiento adecuado para curarse de tal estado vital. Lo describe como una frustración existencial, como un sentimiento de falta de sentido de la propia existencia. A su juicio, la sociedad de la opulencia, basada en el tener, trae consigo una sobreabundancia de tiempo libre que ofrece ocasión para una configuración de la vida plena de sentido, pero que, en realidad, no hace sino contribuir al vacío existencial. VACÍO EXISTENCIAL
5. Viktor Frankl conecta el vacío existencial no sólo con la frustración de las necesidades, sino con la satisfacción de las mismas. Nada parece colmar el deseo de superación del ser humano, su autotrascendencia. Sólo puede realizarse a sí mismo en la medida en que se olvida de sí. VACÍO EXISTENCIAL
7. Arthur Schopenhauer describe el perfil de un ser humano poseído por el vacío existencial. “Ningún afán de conocimiento y comprensión por voluntad propia vivifica su existencia, ni tampoco el afán de placeres verdaderamente estéticos que es otro afín a aquél. Si acaso la moda o la autoridad le imponen algún placer de esa clase, lo despachará lo más rápidamente posible como una especie de trabajo forzado. Los únicos placeres reales para él son los sensibles: con ellos se satisface. En consecuencia, las ostras y el champán son el punto culminante de su existencia, y el fin de su vida es lograr todo lo que contribuya al bienestar corporal. ¿Feliz él si ese fin le da mucho trabajo! Pues si aquellos bienes se le imponen ya de antemano, inevitablemente cae en el aburrimiento, contra el cual intentará entonces todo lo imaginable: baile, teatro, vida social, juegos de naipes, juegos de azar, mujeres, bebida, viajes…Y, sin embargo, nada de eso basta para el aburrimiento cuando la carencia de necesidades intelectuales hace imposibles los placeres del espíritu”. VACÍO EXISTENCIAL
9. Quien sufre el vacío existencial a lo sumo le quedan los placeres de la vanidad que consisten en superar a los demás en riqueza, en rango o en influencia y poder, por lo que entonces será respetado por ellos: o bien en tener al menos trato con los que destacan en tales cosas y así participa él del reflejo de su esplendor. VACÍO EXISTENCIAL
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10. También Soren Kierkegaard describe con detalle el vacío existencial: “¡Qué vacía y sin sentido es la vida! Entierran a un hombre; le siguen hasta la tumba y el sepulturero echa tres paladas de tierra sobre él. La gente ha ido al cementerio y se vuelve a sus casas en lujosos coches. Y todos se consuelan con la idea de que aún les queda mucha vida por delante. ¿Cuántos años son diez veces siete? ¿Por qué no se resuelve ese sencillo problema de una vez? ¿Por qué no nos quedamos a la intemperie, entre las tumbas, y echamos a suertes para ver quién es el desgraciado a quien le toca ser el último viviente que eche las tres últimas paladas de tierra sobre el último muerto? VACÍO EXISTENCIAL
2. El perfecto antídoto contra el aburrimiento de existir, la apatía y la desgana vital es el cultivo de la inteligencia espiritual. Un ser inteligente desde el punto de vista espiritual se libra del aburrimiento, porque sea cual sea la circunstancia que viva, halla la belleza que hay en ella y desarrolla su proyecto en los contextos más hostiles. ABURRIMIENTO
4. Las personas que tienen atrofiada su inteligencia espiritual sólo piensan en pasar el tiempo, pero quienes la cultivan, tengan o no talento, sean o no hábiles, piensan en aprovecharlo. Un ser espiritualmente limitado necesita motivos externos para llenar de contenido su vida, espera que la orden venga de fuera de su ser. Es un heterónomo, dependiente. ABURRIMIENTO
5. El que vive conscientemente el poder de su inteligencia espiritual, tiene en ella una fuente de placeres frente a los cuales todos los demás sin nimios. No necesita de fuera más que el ocio para regocijarse tranquilo con la posesión de sí mismo y tallar sus diamantes. En ese reino no impera ningún dolor; todo es conocimiento. Todos los placeres intelectuales son accesibles a través de su propia inteligencia espiritual. ABURRIMIENTO
6. Blaise Pascal, en los Pensamientos, se refiere a la íntima relación entre la atrofia espiritual y la práctica de la diversión. Cuanto más burdo espiritualmente es un ser humano, más necesidad tiene de compañía, de atracciones exteriores, de estímulos para pasar el tiempo, para salvarse del aburrimiento, mientras que un ser espiritualmente cultivado encuentra en sí mismo recursos suficientes para llenar el tiempo con una actividad que tenga sentido. Tiene consciencia de su condición mortal y para él el tiempo no es algo que deba matar, sino, vivirlo con intensidad, dándose a una causa más grande que el propio yo. ABURRIMIENTO
8. De ahí –escribe Blaise Pascal – viene que a los hombres les guste tanto el bullicio y el movimiento. De ahí viene que la prisión sea un suplicio tan horrible; da ahí viene que el placer de la soledad sea una cosa tan incomprensible. Y es en fin, gran causa de felicidad en la condición de los reyes el que siempre se intente distraerles y procurarles toda clase de placeres. El rey está rodeado de gentes que sólo piensan en divertir al rey y en impedirle que piense en sí mismo. Porque por muy rey que sea, será muy desgraciado si lo hace. ABURRIMIENTO
10. El hombre – concluye el autor de los Pensamientos-, por muy lleno de tristeza que esté, si podemos conseguir que se entregue a alguna diversión, hele feliz durante ese tiempo; y el hombre, por muy feliz que sea, si no está ocupado en alguna pasión o con alguna distracción que impiden que le invada el tedio, no tardará en sentirse triste y desgraciado. Sin diversión no hay alegría; con diversión no hay tristeza. Y esto es lo que origina la felicidad de las personas de elevada condición que tienen un gran número de gentes que les diviertan, y que tienen el poder de conservarse en ese estado. ABURRIMIENTO
2. Ceguera significa autoengaño. Como Daniel Goleman pone de manifiesto, para superarla es esencial entrar en las bodegas y desvanes del inconsciente, donde se albergan las raíces de muchas sombras que nos afligen y que pueden ir desapareciendo con la luz de la verdad. Pero ahí radica una de las mayores dificultades. EL AUTOENGAÑO
5. El ser humano se fabrica una imagen irreal, inexacta, de sí mismo, o, lo que es lo mismo, una máscara, de modo que todos los aspectos inaceptables de su yo aparecen como externos, ajenos a lo que ella es. De esta manera, todos esos aspectos de uno mismo aparecen proyectados, excluidos de la conciencia. EL AUTOENGAÑO
6. Recuperar una proyección es derribar una barrera, incluir en nosotros cosas que creíamos ajenas, abrirnos a la comprensión y aceptación de todas nuestras diversas potencialidades, negativas y positivas, dignas de amor o de desprecio, y así llegar a tener una imagen relativamente fiel de todo lo que es nuestro organismo psicofísico. EL AUTOENGAÑO
3. Un ser cultivado espiritualmente es sensible a la música, al arte, a la poesía, a la filosofía, a cualquier manifestación cultural que integre belleza en su ser. Entiende su existencia como algo valioso, se protege de la estupidez y busca las experiencias bellas y los lugares donde pueda crecer en sabiduría. EL GUSTO POR LO VULGAR
4. La vulgaridad, el gusto por lo mezquino y lo soez son siempre expresiones de la atrofia de la inteligencia espiritual. El aplastante éxito de determinados productos audiovisuales basura es una evidente expresión de pobreza espiritual, de insensibilidad, de incapacidad para gozar de lo sublime y de lo bello que contienen el arte, la música y la naturaleza. Para una persona cultivada espiritualmente, el consumo de tal tipo de productos es una indeseable pérdida de tiempo. EL GUSTO POR LO VULGAR
7. Para el que hace de su vida un proyecto y vive gozando con o que hace y entregándose al máximo a ello, el tiempo de ocio tiene un valor clave, pues es el momento de la regeneración y inteligente, el libro que da de pensar, el silencio, el viaje que ilustra. Practica una intolerancia pacífica con todo lo soez, lo mezquino, lo trillado y lo chabacano. Sabe que la vida es demasiado valiosa y efímera como para dilapidarla en ello. EL GUSTO POR LO VULGAR
9. Un ser espiritualmente desarrollado tiene como gran preocupación su proyecto. Aprovecha con intensidad los instantes que le brinda la vida, porque conoce el carácter efímero de la existencia y sabe que el tiempo es un don muy valioso. Tiene presente la muerte en su quehacer cotidiano y ello le permite dar valor a cada operación que realiza, a cada circunstancia que atraviesa. Sabe distinguir lo esencial de lo accidental, lo que merece la atención de lo que no. EL GUSTO POR LO VULGAR
10. Un ser espiritualmente inteligente no goza con las pequeñas miserias e infortunios de los otros. Tiene una actitud magnánima frente a la existencia, aspira a vivir grandes experiencias, tiende a lo más alto, se plantea grandes cuestiones y se desinteresa, sobremanera, por lo minúsculo, ruin y mezquino. EL GUSTO POR LO VULGAR
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