3/12/25

5. Rosalía encarna el arco completo de esa generación en búsqueda. Ya estaba ahí, pero no lo vimos venir, en El mal querer, en Motomami: el deseo de liberarse de todo, la emancipación radical del yo, la búsqueda de salvación en el hedonismo materialista, en la pasión, en la fama, en el cuerpo. La primera mitad de Berghain nos muestra el derrumbe de esa fe: una mujer que ha probado todos los dioses de la modernidad —el éxito, la independencia, la adoración de sí misma— y que, aun así, se descubre perdida. Ante la cámara, Rosalía abre las hechuras del alma y confiesa lo que su generación empieza a comprender: que el yo no puede salvarse a sí mismo. En su mirada agotada no hay cinismo. Hay rendición. El reconocimiento de que la autonomía absoluta desemboca en soledad. La certeza de que la única redención posible no está en la afirmación del yo, sino en su disolución: en el amor, en la entrega, en la trascendencia. En lo otro.