2. Lo invisible, lo místico, lo simbólico reaparecen en su estética como si, tras haber agotado todos los artificios de la posmodernidad, la artista se hubiese quedado sola frente al silencio. En la habitación oscura del alma, la artista se pregunta: ¿Dónde estás, Amado, que no te hallo? En un tiempo en el que la ironía devoró toda verdad, Rosalía canta el cansancio del yo que ha probado todos los espejos sin hallarse en ninguno. Y su voz doliente suena como la plegaria del que intenta volver a casa. En un tiempo en el que la ironía devoró todo misterio, su voz murmura lo indecible. En un tiempo en el que la ironía devoró el Amor, su voz avanza a tientas por la noche interior, herida como el cervatillo, sangrando deseo y ausencia. Y, sin embargo, en esa herida late la esperanza: porque solo el alma que sangra busca, y solo quien se pierde puede ser encontrado.