10. Cuando él empieza a bajar fija su atención en el día que le espera, planeando sus actividades y encajándolas dentro de un programa. Se desliza sin esfuerzo por la pendiente y mientras se acerca de nuevo a la ciudad empieza a notar el sudor provocado por el esfuerzo realizado. Tras él, vendrá la pequeña recompensa de una ducha caliente. Acto seguido, al trabajo. – La soledad del corredor de fondo no tiene precio. No es un mito o una leyenda; es real como la vida misma y tiene un valor creativo inmenso. Es ésta una soledad incluyente y sana, no únicamente para el cuerpo sino, fundamentalmente, para la mente. - EL CORREDOR DE FONDO