11/10/25

4. En efecto, es en el corazón donde se produce la «paradójica conexión entre la valorización de uno mismo y la apertura a los demás, entre el encuentro personalísimo con uno mismo y el don de uno mismo a los demás» (Francisco, Carta enc. Dilexit nos, 18). Es en la interioridad, cultivada en la oración y en la comunión con Dios, donde echan raíces los mejores frutos del bien según el orden del amor, en la plena promoción de la singularidad de cada uno, en la valorización del propio carisma y en la apertura universal de la caridad.