6/10/25

"PERO UN SAMARITANO QUE IBA DE VIAJE LLEGÓ ADONDE ESTABA ÉL Y, AL VERLO, SE COMPADECIÓ, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”.