EL PEQUEÑO CAMINO DE s. Teresa del Niño Jesús - Mientras, en la Francia de finales del siglo XIX se difundía el pensamiento positivista, impulsado por los grandes inventos de la época y apoyado por corrientes anticlericales y ateas. En este contexto, la espiritualidad elaborada por Teresa asume una importancia especial. Se trata de una espiritualidad original llamada también “teología del pequeño camino" o de la infancia espiritual, que funda la práctica del amor a Dios no en las grandes acciones, sino más bien en los pequeños gestos cotidianos, incluidos los que parecen insignificantes. En su autobiografía escribe: “Solo hay una cosa que hacer aquí en la tierra: lanzar a Jesús las flores de los pequeños sacrificios”. Y agrega: “Quiero enseñar los pequeños sacrificios que he logrado para Él”. El subtítulo original del diario es: “Historia primaveral de una florecita blanca”. Pero bajo este aparente romanticismo se esconde en realidad un camino duro hacia la santidad, marcado por una respuesta fuerte al amor de Dios por el hombre. Al no ser comprendida por las hermanas del Carmelo, Teresa declara que ha recibido “más espinas que rosas”; pero acepta con paciencia las injusticias y persecuciones que sufre, así como el dolor y las fatigas que derivan de su enfermedad, ofreciendo todo “por las necesidades de la Iglesia”, y “para lanzar rosas sobre todos, justos y pecadores”. Según San Juan Pablo II y Benedicto XVI, lo específico de su espiritualidad es la total apertura al amor de Dios, la capacidad de responder a este amor incluso en la “noche” del espíritu. Por ello es hermana de los pecadores, de quienes se han alejado, de los ateos, los desesperados... Y por ellos se le declara patrona de los misioneros.