7. Sin embargo, me gustaría invitarles a reflexionar sobre otro tema importante para la Iglesia de nuestro tiempo: el de la sinodalidad, exhortándoles a permanecer fieles al camino que todos estamos recorriendo en esta dirección. San Pablo VI hablaba de ello en términos muy hermosos. Escribía: «¡Cuánto desearíamos disfrutar en plenitud de fe, de caridad, de obras este diálogo doméstico; cuánto desearíamos que fuera intenso y familiar! ¡Cuán sensible a todas las verdades, a todas las virtudes, a todas las realidades de nuestro patrimonio doctrinal y espiritual! ¡Cuán sincero y conmovedor en su genuina espiritualidad! ¡Cuán dispuesto a recoger las múltiples voces del mundo contemporáneo! ¡Cuán capaz de hacer de los católicos hombres verdaderamente buenos, hombres sabios, hombres libres, hombres serenos y fuertes!». (Carta enc. Ecclesiam suam, 6 agosto 1964, 117). Es la descripción de una misión apasionante: un «diálogo doméstico» que hoy se confía también a ustedes, es más, a ustedes de manera especial, para una continua renovación del Cuerpo de Cristo en las relaciones, en los procesos, en los métodos.