10. Para terminar, me gustaría hacerles una invitación a ver el mañana con serenidad y confianza, y a no tener miedo de tomar decisiones valientes. Quisiera, a este respecto, recordar lo que el papa Francisco escribió en la Carta apostólica a los consagrados con motivo del Año de la Vida Consagrada. Nuestra esperanza, escribía, «no se basa en los números ni en las obras, sino en Aquél en quien hemos puesto nuestra confianza (cf. 2Tm 1,12) y para quien “nada es imposible” (Lc 1,37). Esta es la esperanza que no defrauda y que permitirá a la vida consagrada seguir escribiendo una gran historia en el futuro, hacia el cual debemos mantener nuestra mirada, conscientes de que es hacia él hacia donde nos impulsa el Espíritu Santo para seguir haciendo grandes cosas con nosotros» (n. 3). Y añadía: «Escudriñen los horizontes de su vida y del momento actual con vigilante atención» (Ibíd.). Queridas hermanas y hermanos, ¡sigan con esta confianza su camino! Les agradezco su fidelidad y el gran bien que hacen en la Iglesia y en el mundo.