9. Cualquier ministerio debe ser continuamente trabajado desde la conversión personal e institucional. Una autoridad que cuida no se impone por el miedo, sino que se reconoce por la confianza que despierta. Es autoridad que guía, anima, sostiene, facilita la creatividad y el crecimiento, impulsa el vuelo. La obediencia, libremente asumida, no es debilidad ni dependencia, sino madurez, colaboración y compromiso asumidos en fe. No se obedece a un capricho humano, sino al cuidado amoroso que se reconoce como reflejo de la voluntad de Dios, que se manifiesta en lo cotidiano y en las respuestas personales que vamos dando al Señor. - “El poder de cuidar: la autoridad como vínculo y la obediencia consciente”