7. Hoy, lo que interpela a los operadores de justicia es precisamente la búsqueda o la recuperación de los valores olvidados en la convivencia, su cuidado y su respeto. Se trata de un proceso necesario, frente a la expansión de conductas y estrategias que muestran desprecio por la vida humana desde su inicio, que niegan derechos fundamentales para la existencia personal y no respetan la conciencia de la que nacen las libertades. Precisamente mediante los valores que están en la base de la vida social, la justicia asume su papel central en la convivencia de las personas y de las comunidades humanas. Como escribía san Agustín: «la justicia no puede ser sino prudente, fuerte y templada» [4]. Esto requiere la capacidad de pensar siempre a la luz de la verdad y de la sabiduría, de interpretar la ley yendo más allá de lo puramente formal, para captar el sentido profundo de la verdad a la que servimos. Tender hacia la justicia, entonces, requiere amarla como una realidad a la que sólo se llega si se unen la atención constante, el desinterés radical y un discernimiento perseverante. Quien ejerce la justicia se pone al servicio de las personas, del pueblo y del estado, con plena y constante dedicación. La grandeza de la justicia no disminuye cuando se aplica en lo pequeño, sino que siempre resalta cuando se ejerce con fidelidad al derecho y respeto a la persona, en cualquier parte del mundo [5]. - JUBILEO DE LOS TRABAJADORES POR LA JUSTICIA. (PAPA LEÓN XIV)