Himno: CRISTO ES LA VIDA, viniendo al mundo, con sus heridas extirpó la muerte, y, vuelto al Padre, a su derecha goza reino perenne. A él sigue Esteban, su primer discípulo, galardonado de gloriosa suerte, aquella que al morir le dio el Espíritu benignamente. Nube de piedras su existencia apaga, sin que la rabia de los malos cese, piadoso acaba perdonando a aquellos sayones crueles. Oh, te pedimos, santo protomártir, hoy habitante de la paz celeste, que, desde el alto empíreo, nos depares gratas mercedes. Gloria a la Trinidad hoy entonemos, que a Esteban coronó en dichosa muerte: luchó el mártir, triunfó, y reina en los cielos gloriosamente. Amén.