LAS PALABRAS DE LOS PAPAS. Debemos recordar a menudo la exhortación de Cristo: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá". De modo especial, debemos recordarla cuando perdamos la confianza o la gana de rezar. Debemos siempre también aprender nuevamente a rezar. Muchas veces sucede que nos dispensamos de rezar con la excusa de no saberlo hacer. Si realmente no sabemos rezar, tanto más necesario es entonces aprender. Esto es importante para todos y parece ser especialmente importante para los jóvenes, los cuales muchas veces abandonan las oraciones que aprendieron de niños, porque les parecen demasiado infantiles, ingenuas y poco profundas. En cambio, semejante estado de conciencia constituye un estímulo indirecto para profundizar la propia oración, hacerla más reflexiva, más madura; para buscarle el apoyo en la Palabra de Dios mismo y en el Espíritu Santo, el cual "aboga por nosotros con gemidos inenarrables" como escribe San Pablo (Rom 8, 26). (…) Sí, queridos hermanos y hermanas. Existe una enorme necesidad de oración, de la oración grande e incesante de la Iglesia; existe la necesidad de la oración ferviente, humilde y perseverante. La oración es el primer frente donde chocan, en nuestro mundo, el bien y el mal. La oración abre camino al bien y sirve para superar el mal. La oración obtiene la gracia divina y la misericordia para el mundo. Eleva a los hombres a la dignidad que les ha dado el Hijo de Dios cuando, unidos con Él, repiten "Padre nuestro". (San Juan Pablo II – Ángelus, 27 de julio de 1980)