7. En la soledad creativa el “yo” actor se convierte en un “yo” creador. El creador trasciende al espectador, introducir en este mundo algo que antes no estaba, que exprese con claridad lo que piensa y siente. El espectador contempla pasivamente al mundo, en tanto que el creador le añade un jirón de su alma. Una vez acabada, la obra deja de pertenecerle, pero evoca su “yo” profundo. – Para discernir con claridad lo que hay que hacer, qué obra debe añadirse al mundo, es imprescindible dirigir la mirada hacia el interior de uno mismo. Una vez adentrados en el reino de la soledad, no podemos continuar viviendo como si nada hubiera pasado. Contrariamente a lo que afirma el tan socorrido tópico, la soledad es fértil; no es una losa sino un momento liberador, una práctica purificadora. - SOLEDAD CREATIVA