4. A menudo nos comportamos como si el encuentro con otros se redujese a dirimir rivalidades y desafíos. Georges Lakoff y Mark Johnson lo analizan en su ensayo Metáforas de la vida cotidiana. Hablamos de la discusión como de una guerra, donde atacamos los puntos débiles del discurso del otro, defendemos nuestras tesis, damos en el blanco con nuestras críticas y queremos destruir el argumentario del bando contrario. Llegamos a decir frases tan armamentísticas como: “¿No estás de acuerdo? Dispara”. Al mirar el lado beligerante de los desacuerdos, esta metáfora casi invisible impide que nos concentremos en otros enfoques. POR UNA FRASECILLA SE PIERDE UN GRAN AMOR.