1.CEREMONIA DEL DÍA MUNDIAL DE LA ALIMENTACIÓN CON LA PARTICIPACIÓN DEL PAPA LEÓN XIV - Permítanme, ante todo, expresar mi más cordial agradecimiento por la invitación a compartir esta memorable jornada con todos ustedes. Visito esta prestigiosa Sede siguiendo el ejemplo de mis Predecesores en la Cátedra de Pedro, que otorgaron a la FAO una especial estima y cercanía, conscientes del relevante mandato de esta organización internacional. Saludo a todos los presentes con gran respeto y deferencia, y a través de ustedes, como servidor del Evangelio, expreso a todos los pueblos de la tierra mi más ferviente anhelo de que la paz reine por doquier. El corazón del Papa, que no se pertenece a sí mismo sino a la Iglesia y, en cierto modo, a toda la humanidad, mantiene viva la confianza de que, si se derrota el hambre, la paz será el terreno fértil del que nazca el bien común de todas las naciones. A ochenta años de la institución de la FAO, nuestra conciencia debe interpelarnos una vez más frente al drama —siempre actual— del hambre y la malnutrición. Poner fin a estos males incumbe no sólo a empresarios, funcionarios o responsables políticos. Es un problema a cuya solución todos debemos concurrir: agencias internacionales, gobiernos, instituciones públicas, oenegés, entidades académicas y sociedad civil, sin olvidar a cada persona en particular, que ha de ver en el sufrimiento ajeno algo propio. Quien padece hambre no es un extraño. Es mi hermano y he de ayudarlo sin dilación alguna.