«¿VES A ESTA MUJER? He entrado en tu casa y NO ME HAS DADO AGUA PARA LOS PIES; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. TÚ NO ME DISTE EL BESO DE LA PAZ; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. TÚ NO ME UNGISTE LA CABEZA CON UNGÜENTO; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume."