SALMO 83 (84) ¡Qué amable es tu Morada, Señor del Universo! 3 Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. 4 Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. 5 ¡Felices los que habitan en tu Casa y te alaban sin cesar! 6 ¡Felices los que encuentran su fuerza en ti, al emprender la peregrinación! 7 Al pasar por el valle árido, lo convierten en un oasis; caen las primeras lluvias, y lo cubren de bendiciones; 8 ellos avanzan con vigor siempre creciente hasta contemplar a Dios en Sión. 9 Señor del universo, oye mi plegaria, escucha, Dios de Jacob; 10 protege, Dios, a nuestro Escudo y mira el rostro de tu Ungido. 11 Vale más un día en tus atrios que mil en otra parte; yo prefiero el umbral de la Casa de mi Dios antes que vivir entre malvados. 12 Porque el Señor es sol y escudo; Dios da la gracia y la gloria, y no niega sus bienes a los que proceden con rectitud. 13 ¡Señor del universo, feliz el hombre que confía en ti!