4. En el paso de las preguntas a la fe lo que nos educa es la Sagrada Escritura. De hecho, hay preguntas que nos repliegan sobre nosotros mismos, nos dividen interiormente y nos separan de la realidad. Hay pensamientos de los que no puede nacer nada. Si nos aíslan y nos desesperan, también humillan la inteligencia. Mejor es, como en los Salmos, que la pregunta sea protesta, lamento, invocación de esa justicia y de esa paz que Dios nos ha prometido. Entonces tendemos un puente hacia el cielo, incluso cuando parece mudo. En la Iglesia buscamos el cielo abierto, que es Jesús, el puente de Dios hacia nosotros. Existe una consolación que nos alcanza cuando “se afinca en el corazón” esa fe que nos parece “informe y como fluctuando”, como una barca en la tormenta. - JUBILEO DE LA CONSOLACIÓN