1P 1,6-9 Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero lo aquilatan al fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No lo habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.