5. SER DEPORTIVOS ES DARSE POR LOS DEMÁS. León recuerda a un proverbial deportista, San Juan Pablo II que del deporte decía que era “alegría de vivir, juego, fiesta, y como tal debe valorarse mediante la recuperación de su gratuidad, de su capacidad para estrechar lazos de amistad, para favorecer el diálogo y la apertura de unos hacia otros, por encima de las duras leyes de la producción y el consumo”. No se trata solo de dar una prestación física, quizá extraordinaria, sino de darse uno mismo, de «jugársela». Se trata de entregarse por los demás -por el propio crecimiento, por los aficionados, por los seres queridos, por los entrenadores, por los colaboradores, por el público, incluso por los adversarios - y, si se es verdaderamente deportista, esto vale independientemente del resultado.